domingo, junio 12, 2005

Sobre las mujeres


Constance Talmadge

Comienzo esta escritura suspirando. Cada vez me convenzo más de que esta época no es para mí. No dejo de mirar atrás, hacia los comienzos del XX. El cine y la fotografía son mi pequeño consuelo, estas artes se encargaron de mantener en el recuerdo aquella época, pero al mirar sus testimonios no puedo evitar sentir el vacío de saber que ya nunca podré ver los pinitos de Chaplin en un teatro cochambroso o dar un tranquilo paseo vespertino por el malecón, en busca de alguna jovencita agradable a la vista, o si cabe, a algo mas.

Eran precisamente las mujeres el tema que quería comentar ahora, aquellas mujeres, tanto de la calle, como del espectáculo, como del cine mudo. En esta era post-bipolar y de decadencia universalizada en todas las artes, solo puedo contemplar féminas superficiales de cuerpos prefabricados y rostros acartonados, que cubren las portadas y las pantallas de cine con la misma desvergüenza que el polvo cubre los libros de una sabia biblioteca. Ante este despropósito, una vez mas debo mirar hacia atrás en busca de consuelo, pero en esta ocasión, mas que consuelo encuentro tristeza. Una vez más, la ausencia.

Que fue de ellas, donde quedaron aquellos cuerpecitos helénicos, su tez nívea, sus pechos suaves y armoniosos, sus caritas dulces y redondeadas, que ha sido de aquellas mujeres que irradiaban ternura, humildad, encanto…Muchos hablan de Nicoles y Natalies, pero yo me deleito con la encantadora imperfección de Edna, cuanto desearía que me mirara con aquella carita de susto, fruto de los líos de Charlot, o tú, Louise, no hay otra mujer que logre convertir mi cabeza en semejante hervidero de pecados carnales.
Pero, en fin, no hay nadie como tú, Constance, mi pequeña Constance, tú eres mi predilecta entre todos aquellos rostros silenciosos. Para muchos tu eras la joven agradable, la carita sonriente, pero para mi tu fuente de belleza no era sino la melancolía. Tierna era tu sonrisa, pero no era comparable con tu expresión ausente, esos ojos cuyo brillo tiritaba como las estrellas de un poema que no recuerdo, una mirada que parecía asomarse estoica sobre un porvenir incierto, arropada por la atenta tutela de tus cejas, trazo fino y estilizado, y tu boca, tímida, pero a la vez tierna y sensual. Constance, melancólica era la mirada que manifestaba tu belleza, así como melancólica es la mirada que mantengo ahora sobre tu rostro, y sobre todas vosotras, hadas del silencio, esperando vuestro regreso.


Schillermann.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Un texto cojonudo, cuanta razón hay en las palabras de Schilerman.

Anónimo dijo...

No me entusiasman los felices (más para algunos que para otros, claro) años 20. Pero si se trata de hablar de mujeres de belleza retratable con una cámara, yo creo que cualquier época vale.

El pasado podrá tener más naturalidad y más inocencia, pero no sé si lo prefiero, ahora hay otras virtudes.

Eso sí, puestos a buscar dulzura en una pantalla, me quedaba con Shirley MacLaine.

Fiodor M. Dostoievski dijo...

Es que Shirley MacLaine es La Dulzura.
Sí, rostros bellos los podemos encontrar en cualquier época y lugar, ahora mismo, destacaría a Nicole Kidman, Eva Green o Naomi Watts. Pero no me digas que, al márgen de ciertas excepciones, hoy en día predominan unos cánones rígidos, que mirando media hora la televisión vemos 50 tías exactamente iguales.
Tal vez el texto de Schillermann no sólo sea una crítica a unos tiempos en los que la belleza femenina se ha convertido en un producto de consumo rápido (Además, de como dije antes, adaptarse a unos cánones inflexibles), sino también de añoranza a unos tiempos en que se concebían, sencillamente, otros cánones de belleza. Cada época tiene los suyos, ¿verdad?.
Saludos!.

Anónimo dijo...

Pero toda época tiene los suyos (canones). Es una cuestión de gustos. Y en general, por esos mismos cánones, siempre las personas han tendido a ser más o menos iguales.

Ahora solo hay más publicidad, productos de belleza, cirugía y esas cosas. Por lo demás...

Anónimo dijo...

Gracias a Horroscope. El pasado es mi consuelo, que voy a hacerle...
Por cierto, esa foto de Constance es provisional, tenia pensado otra mil veces mejor.

Fiodor M. Dostoievski dijo...

Es precisamente eso, Javier. Me expreso muy mal. La belleza femenina proliferante consta, como casi todo hoy en día, de una oda al maquillaje, al artificio, al disfraz ; antes, todo estaba teñido de más pureza, pero no por ello exento de sensualidad...que hoy día muchas confunden con sexualidad y descaro (a eso me refiero con un producto de consumo rápido, poco hay que observar, más que dos tetas desbordando el vestido).
En lo demás estoy de acuerdo con todo lo que habéis dicho.
Saludos.

Hicks dijo...

Coincido, para gustos los colores, pero la belleza de antaño era una belleza, a mis ojos de alguien del S.XXI, era una belleza especial. Hoy dia, aunque hay algunas preciosidad, en la mayoria de veces me llevo la impresión que es algo artificial, como han expresado por ahi. Aparte, como bien dices hay gente que confunde sensualidad con sexualidad.

P.D. Leido tu comentario, ya te he añadido a mis enlaces.
P.D.2. Tambien te he añadido al messenger, espero que no te importe.

Anónimo dijo...

Por cierto Shirley MacLaine no es La Dulzura, es Irma La Dulce.

Saludos, cuídense.