domingo, noviembre 27, 2005

The Jokerman

Standing on the waters casting your bread
While the eyes of the idol with the iron head are glowing.
Distant ships sailing into the mist,
You were born with a snake in both of your fists while a hurricane was blowing.
Freedom just around the corner for you
But with the truth so far off, what good will it do?
Jokerman dance to the nightingale tune,
Bird fly high by the light of the moon,
Oh, oh, oh, Jokerman.
So swiftly the sun sets in the sky,
You rise up and say goodbye to no one.
Fools rush in where angels fear to tread,
Both of their futures, so full of dread, you don't show one.
Shedding off one more layer of skin,
Keeping one step ahead of the persecutor within.
Jokerman dance to the nightingale tune,
Bird fly high by the light of the moon,
Oh, oh, oh, Jokerman.
You're a man of the mountains, you can walk on the clouds,
Manipulator of crowds, you're a dream twister.
You're going to Sodom and Gomorrah
But what do you care? Ain't nobody there would want to marry your sister.
Friend to the martyr, a friend to the woman of shame,
You look into the fiery furnace, see the rich man without any name.
Jokerman dance to the nightingale tune,
Bird fly high by the light of the moon,
Oh, oh, oh, Jokerman.
Well, the Book of Leviticus and Deuteronomy,
The law of the jungle and the sea are your only teachers.
In the smoke of the twilight on a milk-white steed,
Michelangelo indeed could've carved out your features.
Resting in the fields, far from the turbulent space,
Half asleep near the stars with a small dog licking your face.
Jokerman dance to the nightingale tune,
Bird fly high by the light of the moon,
Oh. oh. oh. Jokerman.
Well, the rifleman's stalking the sick and the lame,
Preacherman seeks the same, who'll get there first is uncertain.
Nightsticks and water cannons, tear gas, padlocks,
Molotov cocktails and rocks behind every curtain,
False-hearted judges dying in the webs that they spin,
Only a matter of time 'til night comes steppin' in.
Jokerman dance to the nightingale tune,
Bird fly high by the light of the moon,
Oh, oh, oh, Jokerman.
It's a shadowy world, skies are slippery gray,
A woman just gave birth to a prince today and dressed him in scarlet.
He'll put the priest in his pocket, put the blade to the heat,
Take the motherless children off the street
And place them at the feet of a harlot.
Oh, Jokerman, you know what he wants,
Oh, Jokerman, you don't show any response.
Jokerman dance to the nightingale tune,
Bird fly high by the light of the moon,
Oh, oh, oh, Jokerman.

domingo, noviembre 20, 2005

Resultados de la Encuesta II

La pregunta era : ¿Cuál es el mejor largometraje de Chaplin?
He aquí las "triunfadoras"

1- La quimera del oro (10 votos, 24%)
2- El gran dictador (9 votos, 21%)
3- Tiempos modernos y Luces de la ciudad (7 votos, 19%)

Le siguen la hermosa e irrepetible Candilejas (3 votos, 7%) ; El chico (2 votos, 4%) , que siendo una de las películas más aclamadas del británico apenas ha tenido votos ; El peregrino, El circo y Monsieur Verdoux (1 voto y 2% cada una) me han sorprendido, y lo digo sobre todo por la última, que reafirma su condición de film marginado en la filmografía de Chaplin, siendo para mí uno de sus más logrados. Sus dos obras más flojas, La condesa de Hong Kong y Un rey en Nueva York se han quedado sin votos acompañadas de la infravalorada obra maestra Una señorita de París. Pues bien, ya lo véis, ¡ha estado bastante más reñido que con Kubrick!, y me alegro.
Continuará... .

sábado, noviembre 19, 2005

Deconstrucción de un mito

La vida privada de Sherlock Holmes (1970), de Billy Wilder.

Es Billy Wilder, uno de los pocos directores -y guionistas- de mi podium personal de los cuales sólo he podido visionar unas pocas películas. Pero la calidad de éstas, el que en algunos casos hayan pasado a estar entre mis favoritas, mi completa identificación con sus personajes y lo efectivo de su sentido del humor creo que justifican el hecho completamente.
Entre mis cinco películas favoritas está El apartamento (1960), aquella ácida y duramente crítica comedia atravesada por una hermosísima y liberadora historia de amor y redención. Es una película que veo siempre que, por una razón u otra, me siento moralmente "chafado". Después está la caótica, frenética y corrosiva Uno, dos, tres (1961) donde el capitalismo y el comunismo son puestos en tela de juicio por el autor y donde el amor vuelve a triunfar, más allá de ideologías políticas. Con faldas y a lo loco (1959) es una de las comedias más divertidas que jamás hechas, tachada de "ligera" y "vacua", bajo esa aparente amenidad se esconde una feroz crítica social y de nuevo el tema de la redención de uno de sus personajes mediante el amor...y la condena del otro por culpa de su estupidez. De nuevo ferozmente satírico, Wilder dibuja y desdibuja el matrimonio en su admirable La tentación vive arriba ( ), que si bien no llega al nivel de obra maestra, logra brindarnos una irónica reflexión acerca del aburguesamiento moral y la represión de los instintos amorosos.
Y ayer, por fin, pude hacerme con otra de sus películas, protagonizado, además, por dos de mis personajes literarios más apreciados : El detective Sherlock Holmes y su inseparable amigo el Dr. Watson.
La vida privada de Sherlock Holmes es la desmitificación absoluta del héroe de Conan Doyle : el caballeroso, bondadoso, inteligente y amable detective se nos presenta como un hombre mezquino, manipulador, vanidoso (aunque este rasgo ya lo dejó entrever el escritor británico) y misógino ; en los primeros minutos, ya se derrumban varios de los tópicos de personaje (su incontestable longitud y su cariño por la vestimenta que le caracteriza) y más que nunca se resalta su problema con la cocaína.
El film arranca como una nostálgica pero descacharrante comedia, donde la dudosa moralidad de ambos ¿héroes? dan lugar a extravagantes escenas. Y de nuevo, ayudan los diálogos del maestro Wilder, con su ironía y su dura incisión ética. Entonces la película avanza un poco. Y aparece una bella y amnésica galesa. Y una intriga policíaca de nivel intercontinental. Y una callada historia de amor en el corazón de nuestro protagonista. Y todo concluye en uno de los finales más tristes que haya podido ver en pantalla.
Entonces, es posible que nos mareemos, y digamos comprensiblemente : ¿qué coño es esto?. O bien permanezcamos, con alguna lágrima asomando en nuestros ojos, hasta el final de los créditos y aún el siguiente día, su singular tristeza continúe reposada tenuemente en nuestras entrañas. Ese fue mi caso.
¿Qué ha hecho que La vida privada de Sherlock Holmes sea un casi absoluto fracaso entre la crítica de la época (y parte de la actual) y una considerable cantidad de público? Creo que, precisamente, su carácter híbrido. Después de haber leido diversos comentarios, antiguos y actuales, sobre la película, me atrevo a asegurar de que no gusta porque la gente no sabe qué sector es más importante, dónde debe esforzar su atención. Las más de las veces, les decepciona la intriga policíaca ; otras, simplemente, creen que es una película fallida en su mezcla de géneros cuyo resultado final deja mucho que desear. Yo defiendo con arrogancia que La vida privada de Sherlock Holmes es puro romanticismo... Que el centro de la obra es la transformación que sufre nuestro mezquino héroe ante la aparición de una mujer en su vida. De cómo el caballeroso Doctor Watson deja entrever un carácter machista y cobarde, y el frío y misógino protagonista se lanza al fracaso de una engañosa aventura porque, aunque lo calle, se ha enamorado.
La intriga no es más que un Mcguffin, una excusa de Wilder para hablarnos de ese hombre aburrido y amargo, que por una vez en su vida siente vibrar su corazón.
Aunque, es indiscutible coincidir con sus detractores en que es una película extraña, rarísima, a pesar de tocar muchas de las constantes del director, pues su forma de hacerlo no es, digamos, la convencional : la mezcla de su carga cómica con la vertiente melancólica, el hecho de que la intriga (por una vez en una ventura del personaje) no sea tan importante como su relación con la bella galesa amenésica, el aire desmitificador y nostálgico que rodea la película y sobre todo, la introducción de elementos de crítica social y política, el hecho de que ningún, ningún personaje del film este libre de pecado ; pero, sobre todo, que ese cambio de actitud en el maquiavélico y sórdido detective no le lleve a ninguna parte, que todo concluya como un doloroso engaño, que la redención que le ofrecía el amor se esfume de sus manos, que al final sólo le quede la cocaína, que su amigo ya no se molestará en esconderle. Y los violines de Miklós Rózsa, que atenazan el alma del espectador.
Técnicamente, el film es prodigioso : magníficamente dirigido, visualmente poderoso, hábilmente narrado y con una delicada fotografía de un poder ambientativo impresionante. La actuación de Robert Stephens al principio no acababa de convencerme, pero eso me sucede porque soy un iluso amante del personaje y su desmitificación en un primer momento me resultó extraña. Colin Blakely, genial.
Está claro que destacaría como La Escena de La Película aquel amargo final en que Holmes, triste, le pregunta a su amigo "¿dónde está?", y éste, sin resistencia, le entrega la sombría jeringuilla que hasta el momento le había escondido. Entonces, entra a su habitación con la droga en la mano, y la cierra. Watson toma papel y comienza a escribir. Y los violines suenan. Y un cartel de The End en letras inconfundiblemente victorianas cierra la película.
Como conslusión, me serviré de críticas que pueden encontrarse fácilmente en Internet :

"Comedia divertida y romántica, llena de diálogos de un humor irónico" (Francisco Marinero: Diario El Mundo)

"Un compendio de la maestría narrativa y visual del realizador (...) Esta obra maestra resultó en su día un fracaso crítico y comerical. Hoy queda como una de las obras más arriesgadas e innovadoras de un cineasta inigualable" (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)

" Yo amo "La vida privada de Sherlock Holmes". Es rara, es compleja, es trágica. Pobre Holmes, para una puta vez que se enamora, le estafan. Sólo le quedará la cocaína, y Watson ni siquiera intentará impedírselo. El violín de Miklos Rozsa en esta película siempre me hace llorar (...) Es una película muy triste, imperfecta, recortada, hermosa " (Carlos Boyero : Diario El Mundo)

martes, noviembre 01, 2005

FUTBOLINES, por Schillermann

Hace algunos días en la residencia -barracón del mononeuralismo infecto de la juventud mas puerilmente recalcitrante, dicho sea- mientras esperaba la cena pensaba en el motivo por el que había sido arrestado un maestro turco durante el genocidio armenio de 1915, que escrito en los informes del cuartel de la Gendarmería decía: “por ser instruido puede ser peligroso para la nación”. Así estaba reflexionando acerca del poder destructor que represento para imperios autócratas cuando me puse a mirar el futbolín de la sala de juegos. Nunca me ha gustado ese juego, más que nada por ser una rama de ese deporte alienador e instrumento de tiranos –invento patrio tenia que ser-­­­, pero también por el primitivismo de su manejo, por ruidoso, en fin. Aparte de esto, en todos los futbolines siempre me fijaba en ciertos detalles, y este no iba a ser una excepción. Me quedaba mirando sus desventuradas figuras, de facciones puntillescas y boca temblorosa, sus cuerpos toscos, paleolíticos, forjados por una mano holgazana y despreocupada, sus vestimentas pintadas sobre el metal con cierto desdén, pequeñas criaturas engendradas sin arte ni cariño, empalados por una barra metálica cuyo testimonio de dolor se refleja en sus rostros acongojados faltos de cualquier expresión alentadora, cuerpos a merced de la brutalidad de seres extraños que los voltean sin control y los golpean contra una esfera hasta que las entrañas del estadio se la guardan para el siguiente encuentro, encarcelados en un mueble pesado, antiguo, carcomido y grafiteado. Pobres jugadores, la antitesis de sus homólogos de carne y hueso, no hay división para calificar su inexistente talento ni importancia. Uno cuando los ve allí, sujetos a sus barras, condenados a girar como el objeto de una cacería de subsistencia gira sobre la hoguera, piensa en cierto modo la fortuna de ser libre, al menos, hasta cierto punto, pero después llega otro pensamiento, que le dice a uno mismo que no hace falta ser un vasto muñeco de metal malamente pintado e incrustado por una barra a una mesa igualmente impresentable, hay infinidad de clases de futbolines, todos estamos en ellos, estan los futbolines-cubículo, donde jugadores pintados de camiseta y pantalón baratos estan empalados a un ordenador atado a una mesa en forma de cuatro paredes prefabricadas, y el mozalbete que se divierte golpeándole tiene forma de hombre alto, etiquetado y encorbatado, o también estan los futbolines-multinacional, que teniendo gran variedad de jugadores, pintados de gran variedad de formas, pero teniendo en común su nula vistosidad, también disponen de cantidad de barras donde empalar, algunas son maquinas de coser, otras son un pico, otras una aguija y un pedazo de cuero, hay cantidad, así como también mesas de juego, sean cuartos hacinados o minas intoxicadas, pero la peculiaridad de estos es que el mozalbete siempre es el mismo. Caballeros, estoy complacido de haberles presentado una pequeña parte del inmenso catalogo de futbolines en nuestro mundo, escojan su preferido, o no lo hagan, la mayoría de ustedes terminara dentro de uno, ejerciendo el honroso empleo de satisfacer las ansias juguetonas del mozalbete de turno. Que remedio, caballeros, siempre habrá gente con monedas de 50 céntimos en la faltriquera.