domingo, julio 01, 2007

Firma invitada





Last Days, por David Muela.

http://www.goear.com/listen.php?v=840a53a
Last Days fue exhibida en el Festival de Cannes de hace dos años, y es el anteúltimo film de Gus Van Sant, el nuevo rey del cine independiente norteamericano. A pesar de haber sido publicitada como una recreación de los últimos días de vida del malogrado líder del grupo Nirvana, Kurt Cobain, que nadie espere ver un biopic al uso, ya que Van Sant, al igual que en su película anterior, Elephant (2003), inspirada en la masacre ocurrida en el instituto de Columbine en 1998, no está interesado en hacer una reconstrucción al uso de sendos hechos reales, como cualquier director de Hollywood haría. Lo que este hombre hace es un cine neo-narrativo, casi podíamos llamarlo experimental, a base de interminables planos secuencia estáticos o en movimiento, sin apenas diálogo y sin desarrollar una historia propiamente dicha. Un cine casi interactivo, en el que es el propio espectador quién tiene que darle un sentido a lo que ha visto. Tanto estos dos films como el anterior Gerry (2002) que todavía no he tenido la oportunidad de ver, suponen una agradable ruptura con el cine que nos suele llegar de Hollywood, aunque para mí hay bastante diferencia de calidad entre estos dos trabajos. Pero volvamos a Last Days.En Last Days vemos a una decadente estrella del rock llamada Blake (interpretada por un Michael Pitt clavadito a Cobain) que vive en una mansión en medio del bosque junto a los otros integrantes de su banda, aunque tampoco queda del todo claro quienes son ellos (bueno, en realidad casi nada queda claro). Durante gran parte del metraje Blake se dedica a andar por el bosque, suponemos que intentando buscar paz interior (por cierto, impresionantes las imágenes del bosque), y cuando vuelve a la mansión hace todo lo posible por rehuir el contacto con sus compañeros, que tampoco parecen muy interesados en él. Varias personas se acercan a la casa: un vendedor, dos integrantes de la iglesia mormona, un detective que busca al cantante y la propia madre del protagonista. Supongo que aletargado por las drogas, Blake no les hace caso y se dedica a contemplar la naturaleza o a tocar su música, la única cosa que hace con energía. Al final, ocurre lo que todo el mundo que sepa algo sobre la vida de Cobain sabe que va a ocurrir.

Lo primero que he de decir sobre este film es que, a pesar de la extrema lentitud y parsimonia con la que transcurre y del casi nulo número de cosas “interesantes” que ocurren, no me aburrí en ningún momento de la proyección, y es que a Gus Van Sant no se le puede negar su talento para crear momentos poderosos aunando imagen y sonido: por ejemplo, el larguísimo plano en el que la cámara enfoca la habitación donde el protagonista ensaya mientras oímos una extraña pieza musical me dejó totalmente hipnotizado, con los ojos pegados a la pantalla durante minutos y minutos, y conseguir ese efecto sobre el espectador tiene mucho mérito. El problema de Last Days es que, para mi, se queda en una experiencia sensorial curiosa (y por momentos, como acabo de decir, realmente poderosa) pero no veo nada detrás de sus imágenes. Es decir, no entiendo lo que me quiere contar, no entiendo al protagonista y por lo tanto no empatizo con él, como se puede desprender del tono irónico que he usado al resumir el argumento: lo único que veo es a un pobre hombre drogado que va de aquí para allá sin rumbo fijo hasta encontrar la salida en el suicidio, y aparte de eso poca cosa. Quizás alguna débil comparación entre el protagonista y Jesucristo, como uno puede imaginarse a partir de la conversación con los dos gemelos mormones y del (para mí, bastante ridículo) plano en el que el alma de Blake sale de su cuerpo y sube hacia arriba. Estoy seguro de que el film ya tiene muchos admiradores que harán complejas interpretaciones sobre qué significa, pero para mí es todo tan etéreo, tan abstracto, que me es muy difícil conectar con ello, a diferencia de lo que pasaba en Elephant, film que tiene el mismo tono ambiguo y poético de Last Days, pero que es mucho más comprensible para el espectador gracias, primero, a que los personajes son más cotidianos y cercanos de lo que una estrella atormentada a lo Kurt Cobain pueda serlo, y segundo, gracias a la fantástica perspectiva múltiple con la que podíamos hacernos una idea muy amplia de lo que ocurría, no como en Last Days, donde la historia se centra en unos personajes tan lacónicos y misteriosos que al final el film resulta una experiencia más críptica que otra cosa.Eso sí, hay una escena cerca del final que si que me emocionó: es aquella en la que Michael Pitt toca un precioso tema con su guitarra mientras canta desgarradamente. En esa escena si que veo a un hombre hundido que solamente encuentra en la música algo de energía vital, una razón para existir. Es un momento tremendamente triste y emotivo, la mejor escena de la película de largo.
En fin, recomiendo Last Days a aquellos a los que no les den miedo las películas contemplativas, a aquellos a los que les gusta el cine más como poesía que como prosa, los demás (sobre todo fans de Nirvana que quieran ver a su ídolo) deberían abstenerse si no quieren pasar un rato muy aburrido, aunque, quien sabe, quizás descubran algo que les fascina. Dejándonos de líos, Last Days no es una película para todos los públicos, y punto.
El clip de arriba, Death to Birth, pertenece a la Banda Sonora de la película y está compuesta por el actor Michael Pitt, que interpreta al protagonista y que, en mi opinión, refleja muy bien el estado de Kurt... o Blake.