Las dos inglesas y el amor (1971, François Truffaut)
Pocas veces he visto hablar del amor de forma tan veraz, romántica, desgarrada, poética y honesta como en las películas del cineasta (y sobre todo cinéfilo) francés François Truffaut.
En esta lista podríamos incluir Jules y Jim, La piel suave, Besos robados o La mujer de al lado. Pero entre todas sus películas de amor prefiero esa trágica obra maestra que nos ocupa que es Las dos inglesas y el amor (Les deux anglaises et le continent, en el original).
Desde los créditos se remarca el carácter eminentemente literario del filme. La voz en off del protagonista interrumpe y comenta las escenas largamente durante las más de dos horas de metraje. Pero en ningún momento esto resulta pedante, sobrecargado o tedioso. Al contrario, refuerza el halo poético que rodea la película desde la primera hasta la última imágen.
Truffaut nos habla del amor con pesimismo y aliento trágico: puro romanticismo. La obra se centra en un peculiar triángulo amoroso formado entre dos hermanas inglesas y un joven francés, que durante más de diez años conocerán todas las facetas del amor (El último probado será el físico, el verdadero en palabras del protagonista), el cual alterna etapas gozosas y terribles, y que finalmente desgastará a los personajes y desembocará en la soledad, el dolor perpetuo e incluso en la muerte.
Como bien apunta el crítico Carlos Boyero, la película "es de un romanticismo que hace daño". El tono es lírico, suave, sensible, pero a su vez punzante, desgarrado, doloroso. No hay concesiones ni complacencias de ningún tipo.
Los primeros cuarenta minutos de la película sirven de introducción al singular mundo de las dos hermanas (Que se aprecian y estiman, pero infinitamente distintas), y el resto de la película narra las distintas maneras en que los personajes van entendiendo y sintiendo el amor entre ellos. El film es demasiado complejo para ser relatado en unas pocas líneas, hay rotundos giros durante todo el film, pero el panorama amoroso final que contempla es bastante desolador. Al principio la vida es un éxtasis, una memorable Arcadia que se derrumba cuando el amor entre los protagonistas se da a conocer.
Huelga decir que este comentario no habla ni por asomo de todas las facetas del film, del fresco social presentado por el autor, de los diversos enfoques del amor, del sentimiento trágico de la vida, etc. Creo que sería muy pretencioso por mi parte tratar de hacer un comentario total de una obra tan rica en matices, compleja.
Pocas veces he visto hablar del amor de forma tan veraz, romántica, desgarrada, poética y honesta como en las películas del cineasta (y sobre todo cinéfilo) francés François Truffaut.
En esta lista podríamos incluir Jules y Jim, La piel suave, Besos robados o La mujer de al lado. Pero entre todas sus películas de amor prefiero esa trágica obra maestra que nos ocupa que es Las dos inglesas y el amor (Les deux anglaises et le continent, en el original).
Desde los créditos se remarca el carácter eminentemente literario del filme. La voz en off del protagonista interrumpe y comenta las escenas largamente durante las más de dos horas de metraje. Pero en ningún momento esto resulta pedante, sobrecargado o tedioso. Al contrario, refuerza el halo poético que rodea la película desde la primera hasta la última imágen.
Truffaut nos habla del amor con pesimismo y aliento trágico: puro romanticismo. La obra se centra en un peculiar triángulo amoroso formado entre dos hermanas inglesas y un joven francés, que durante más de diez años conocerán todas las facetas del amor (El último probado será el físico, el verdadero en palabras del protagonista), el cual alterna etapas gozosas y terribles, y que finalmente desgastará a los personajes y desembocará en la soledad, el dolor perpetuo e incluso en la muerte.
Como bien apunta el crítico Carlos Boyero, la película "es de un romanticismo que hace daño". El tono es lírico, suave, sensible, pero a su vez punzante, desgarrado, doloroso. No hay concesiones ni complacencias de ningún tipo.
Los primeros cuarenta minutos de la película sirven de introducción al singular mundo de las dos hermanas (Que se aprecian y estiman, pero infinitamente distintas), y el resto de la película narra las distintas maneras en que los personajes van entendiendo y sintiendo el amor entre ellos. El film es demasiado complejo para ser relatado en unas pocas líneas, hay rotundos giros durante todo el film, pero el panorama amoroso final que contempla es bastante desolador. Al principio la vida es un éxtasis, una memorable Arcadia que se derrumba cuando el amor entre los protagonistas se da a conocer.
Huelga decir que este comentario no habla ni por asomo de todas las facetas del film, del fresco social presentado por el autor, de los diversos enfoques del amor, del sentimiento trágico de la vida, etc. Creo que sería muy pretencioso por mi parte tratar de hacer un comentario total de una obra tan rica en matices, compleja.
La fotografía de Néstor Almendros, luminosa, limpia, acentúa la suavidad de la puesta de escena de Truffaut y su poderosa impresión lírica. La banda sonora refuerza los intensos sentimientos provocados.
Sobre las interpretaciones, nos encontramos con un magnífico (Cómo no) Jean Pierre Leaud, secundado por las desconocidas Stecey Tenderer y Kika Markham, tan adecuadas a sus papeles (realmente preciosas ambas) como eficientes en su interpretación.
Varias son las secuencias que se quedaron en mi memoria: aquella efímera y alegre temporada que pasan Claude y Ann en la casa de campo; ese sensual y poético balanceo del protagonista entre las espaldas de las hermanas; y, sobre todo, su amargo epílogo, con un Claude cercano a los cincuenta que no ha podido olvidar su amor, creyendo que cualquier niña puede ser la hija de la mujer que ama, mirándose en el cristal de un coche y susurrando : "¿Qué me pasa? Hoy me veo viejo ".
En resumen : una película de apabullante romanticismo, hermosa, lírica, desgarradora. Una obra maestra absoluta de uno de los artistas que con mayor lucidez ha sabido hablarnos del sentimiento amoroso a lo largo de su carrera. Sencillamente ineludible.
Sobre las interpretaciones, nos encontramos con un magnífico (Cómo no) Jean Pierre Leaud, secundado por las desconocidas Stecey Tenderer y Kika Markham, tan adecuadas a sus papeles (realmente preciosas ambas) como eficientes en su interpretación.
Varias son las secuencias que se quedaron en mi memoria: aquella efímera y alegre temporada que pasan Claude y Ann en la casa de campo; ese sensual y poético balanceo del protagonista entre las espaldas de las hermanas; y, sobre todo, su amargo epílogo, con un Claude cercano a los cincuenta que no ha podido olvidar su amor, creyendo que cualquier niña puede ser la hija de la mujer que ama, mirándose en el cristal de un coche y susurrando : "¿Qué me pasa? Hoy me veo viejo ".
En resumen : una película de apabullante romanticismo, hermosa, lírica, desgarradora. Una obra maestra absoluta de uno de los artistas que con mayor lucidez ha sabido hablarnos del sentimiento amoroso a lo largo de su carrera. Sencillamente ineludible.
1 comentario:
Has nombrado varias películas de Truffaut, pero no "Los cuatrocientos golpes", ¿acaso no es del nivel?. De cualquier manera son muchas las ganas que tengo de verla, solamente hace falta nombrar al director para que me aparezcan. Muy interesantes las escenas que nos describes.
Un beso.
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