
Revisando ayer, por quinta vez, Dersu Uzala, se me pasó por la cabeza una idea. De pronto, se estableció para mí una especie de equilibrio entre el personaje principal, Dersu, Tom Doniphon (de
El hombre que mató a Liberty Valance (1962), de John Ford) y Cable Hogue (de
La balada de Cable Hogue (1970), de Sam Peckinpah).
Y no es extraño, si lo pensamos. Porque Dersu Uzala es, a todas luces, un film crepuscular, que habla del fin de una forma de vida, simbolizada en un personaje. ¿Resulta estúpido comparar al político charlatán interpretado por James Stewart con Vladimir Arseniev, pensativos tras la muerte de sus amigos?¿Acaso Kurosawa no pudo basarse en parte en los westerns crepusculares para construir su historia?. Es cierto que la película habla en gran parte de la amistad, y que comparar al hipócrita personaje de Stewart con el noble y bondadoso Arseniev (aunque las dilucidaciones que este mantiene de pie frente a la tumba de Dersu quizás sean algo tan sombríamente occidental como : "¿Debí dejarle marchar de nuevo a su hábitat?") no es muy justo. Pero ambos, sin embargo, representan una nueva forma de vida : el primero la de la legalidad civilizatoria ; el segundo, la civilización occidental. Ambos mundos arrasarán una forma de vida, que en el caso de Ford es la del Salvaje Oeste, vista por él con romanticismo, pero en el caso de Kurosawa, es la vida ideal, de plena armonía con la naturaleza (aunque no niega que esta, en ocasiones, pueda ser hostil, enriqueciendo el ideario del film al complicar, lejos de maniqueísmos o simplicidades la dialéctica hombre-naturaleza) , la bondad sin límites, el amor y el respeto por todos los seres que componen la taiga.
Cable Hogue muere atropellado por un coche, simbolizando con ello el fin del Wild West y el nacimiento de la vida en las ciudades, tan mezquina para Peckinpah. Dersu Uzala es asesinado por alguien que quiere apoderarse de su rifle, simbolizando la corrupción del hombre supuestamente civilizado, que arrasará con la forma de vida más noble que existe.
Nada más que decir. Si queréis opinar, ya sabéis.
¡Saludos!.