Muchas gracias a todos los que habéis malgastado vuestro tiempo leyendo este zarrapastroso Blog. ¡Pasadlo genial!. (Estaré de vuelta el 30 de julio, para seguir dando la tabarra desde este irreductible espacio íntimo). Un abrazo a Horrorscope, KJCameron, La Emperatriz, Refo, SpiderDevil, Velázquez, Javier (aunque me tengas abandonado, canalla), Sandra (aunque a ti ya te lo puedo dar en persona)...me olvido de muchos nombres, especialmente me molesta e inquieta no recordar el de cierto muchacho que conozco a través de Horrorscope y que escribió un artículo maravilloso sobre su desamparo. Otro abrazo para el maestro Imamura, que tanto gozo me ha dado a través de los años con su cine, y que hace poco dejó este mundo para fundirse con la nada. Seguiré disfrutando una y otra vez de tu cine, Shohei. |
jueves, junio 29, 2006
Que lo paséis muy bien
viernes, junio 16, 2006
Fragmentos (I) de cine
Il Gattopardo (1963), de Luchino Visconti.
"Nosotros hemos sido los gatopardos, los leones; quienes ocupen nuestro lugar, serán los pequeños chacales, las hienas; y todos, gatopardos, chacales y ovejas, seguiremos creyéndonos la sal de la tierra".
Dersu Uzala (1975), de Akira Kurosawa.
"¡No disparen, soy gente!".
Lawrence of Arabia (1962), de David Lean.
"Para ciertos hombres, nada está escrito si ellos no lo escriben ".
Double Indemnity (1944), de Billy Wilder.
"Era una tarde calurosa y aun recuerdo el olor a madreselva en toda la calle. ¿Cómo no supe que a veces el asesinato huele a madreselva?".
The maltese falcon (1941), de John Huston.
"-¿De qué está hecho el halcón? -Del material del que se forjan los sueños".
Grapes of wrath (1940), de John Ford.
"Yo estaré en todas partes, en todas partes donde quiera que mires. Donde haya una posibilidad de que los hombres coman, allí estaré. Donde haya un hombre que sufra, allí estaré. Estaré en los gritos de los hombres a los que vuelven locos. Y estaré en las risas de los niños cuando sientan hambre y la cena esté preparada. Y cuando los hombres coman de la tierra que trabajan y vivan en las casas que levanten, allí estaré también"
jueves, junio 15, 2006
martes, junio 13, 2006
"Todo lo que quiero es un pedacito del sueño americano"
The assasination of Richard Nixon (2004), de Niels Muller.
La ópera prima de Niels Muller fue ignorada de forma casi unánime en la fecha de su estreno, en unos EEUU obcecados en ignorar todo lo que se relacionase con magnicidios y secuestros de aviones. La marginación de esta obra, recién estrenada en nuestros cines, se torna más villana e incomprensible cuando nos damos cuenta de que se trata de una magnífica y notabilísima película.
Con un Sean Penn inigualable e inolvidable, principal cimiento de este estimable ejercicio, Muller construye la crónica de una América podrida en cada nivel de su jerarquía (Política, familia, trabajo...), donde la mentira y la pérdida de la dignidad y el autorrespeto se establecen como únicos valores que pueden llevar a los individuos (o "granitos de arena", como diría Bicke) a alcanzar aquél Edén inexistente del "Sueño Americano".
Sam Bicke (Penn) es un hombre emprendedor e idealista, pero también tímido e inseguro, que el tiempo acabará convirtiendo en una de las víctimas más notorias de los turbulentos años 70. Separado de su mujer, pero ansioso por arreglar sus problemas matrimoniales y recuperar su relación (deseo que ella, a simple vista, no comparte), padre de tres niños ante los que es casi un extraño e incapaz de aceptar trabajos que violen su dignidad (aunque de ello dependa la vida de los suyos), Bicke, soportando cada vez menos el mundo que le rodea, se rebelará contra el sistema político y social americano, con un sentido de la dignidad inaceptable en esos tiempos, que le llevará a la más irremediable locura. Así, tramará el plan de asesinar al mismísimo presidente Nixon, cúspide de la pirámide jerárquica de la sociedad que tanto odia, símbolo de la mentira, el culto al dinero, la corrupción moral y la sinrazón imperantes.
La película comienza con un Bicke desequilibrado, que escribe una carta y envía unas cintas al músico Leonard Bernstein, para que, tras su muerte, éste saque a la luz toda la verdad sobre su persona y sus intenciones. Así, Muller elabora un guión maravillosamente construido, en el que presenciaremos un largo flashback que comienza cuando un Bicke ya divorciado se llena de esperanzas al conseguir un trabajo en una agencia de ventas de mobiliario. De esta manera, se nos mostrará qué clase de circunstancias son las que llevan al honesto Bicke de la esperanza hasta el nihilismo más absoluto y radical. En esta narración semi-lineal de la historia, se insertan pequeños monólogos que pertenecen a las cintas que el protagonista envía a Bernstein al comenzar la película; todos ellos están muy bien escogidos y saben plasmar muy bien las inquietudes del protagonista, así como la evolución de su pensamiento. Los diálogos, a su vez, otorgan solidez a los personajes, y están construidos muy verazmente.
El tema del looser (¿A alguien se le ocurre otra manera de calificar a nuestro desgraciado protagonista?) se concibe desde una perspectiva anti-romántica, ya que, recordemos, el film habla de un viaje a la locura y el nihilismo total, y aunque son obvias sus pretensiones de humanizar la figura de este intento fracasado de terrorista, en ningún momento se trata de hacer de este un héroe.
La potencia dramática del film está muy lograda, incluyendo momentos llenos de angustia (Recuerden a Bicke esperando recibir la carta de Washington), desazón y, en el tramo final, abundantes cargas de tensión.
A todo esto ayuda una sobresaliente labor de dirección, ajustada en todo momento a la historia narrada, que se mueve entre lo esquizofrénico, lo trágico y lo patético. Por otro lado, el montaje cumple un papel muy importante, eludiendo recursos facilones para expresar la locura que poco a poco va penetrando en la mente de Bicke.
La banda sonora es muy apropiada en todo momento, sin abusarse en ningún momento de la muy efectiva utilización de la música.
Secundando a un magistral y comedido Sean Penn, nos encontramos con unas logradas y creibles interpretaciones de Don Cheadle y Naomi Watts, dos actores de los que casi siempre esperamos lo mejor, cuyo talento nos ha sido demostrado en reiteradas ocasiones a lo largo de su filmografía.
Lo único que podría echarle en cara a la película es la manera abusiva de recalcar el patetismo del personaje principal, pudiéndonos encontrar con algunos planos tan innecesarios como redundantes. Por suerte, esta patetización y victimización del personaje se redime cuando éste roba a su hermano para crear su propia empresa: todo un logro en la humanización para nada maníquea del protagonista.
Las influencias de Taxi Driver y Glengarry Glenn Rose son más que obvias y creo que sobra comentarlas.
Aunque quizás sea aventurada esta reflexión, creo que El asesinato de Richard Nixon es un film imposible antes de la tragedia del 11-S. No sólo porque hable de un intento de secuestro de avión (Si fuera sólo por eso, menuda tontería, ¿no?), sino porque pienso que los valores fuertemente criticados de la América de Nixon pueden aplicarse igualmente a la de Bush y sus secuaces... . Las referencias a la época son variadas: el golpe de estado de Pinochet, la estúpida guerra de Vietnam, el escándalo Watergate, etc.
En resumen, es ésta una crítica valiente, brutal y desesperanzadora a un mundo sin valores, donde todos los sueños y utopías que la sociedad mantenía se muestran falsos en un sistema que construye sus bases sobre el dinero y donde el engaño se ha convertido en el modo máximo de triunfo. Pero sobre todo, es una película sobre el viaje a los anales de la locura y el nihilismo por un ser anónimo que quiere demostrar que, por insignificante que parezca, puede lograr matar al hombre más poderoso del mundo. Y fracasó. Y aunque Sam Bicke existió y esta película se inspira en hechos reales, nadie se acuerda de aquella víctima de una sociedad deshumanizada y deshumanizadora, alienada y alienante, y de por qué hizo lo que hizo y murió como murió. Una película que te deja en estado de shock, te hace reflexionar y en la que no dejas de pensar durante unos días. Verdaderamente, una de las óperas primas más talentosas vistas en los últimos años. Excelente.
PD: Mención aparte a la escena final: Todo un puñetazo a la conciencia del espectador.
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